Foto de Albert Gonzalez Farran / UNAMID, mujer trabajando en granja, licensia (CC BY-NC-ND 2.0 DEED)
Este resumen ha sido actualizado el 11 de marzo de 2024. Nuestros colaboradores nos han alertado de que una de las cifras que utilizamos es muy discutida. La aclaración completa figura a continuación. También hemos incluido un cuarto artículo en el resumen, que faltaba en el post original, que rebate la estadística del "mito".
ACLARACIÓN
Nuestro último resumen de "Qué leer" decía
Primer dato: algunos estudios sugieren que las mujeres son responsables de la mitad de la producción mundial de alimentos, y en algunos países en desarrollo producen entre el 60% y el 80% de los alimentos.
Nuestros socios de Landesa y del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI por sus siglas en inglés) respondieron y nos alertaron de que estas cifras son muy discutidas.
Mientras trabajaba para la Universidad de Yale en 2014, la investigadora Cheryl Doss revisó los datos detrás de la estadística del 60-80% y concluyó que esta cifra es altamente inverosímil porque los mejores datos disponibles indican que las mujeres en realidad representan poco más del 40% de la mano de obra agrícola mundial, incluso en el África subsahariana. Argumenta: "Incluso podría darse el caso de que las mujeres agricultoras trabajen muchas más horas que los hombres en la agricultura, pero los limitados datos sobre el uso del tiempo no proporcionan apoyo estadístico para esta proposición."
Tras esta alerta, investigamos un poco más y añadimos el último artículo de Doss sobre este tema a nuestra lista de publicaciones revisadas en el resumen, así como una nota explicando este debate sobre los datos. Nos dimos cuenta de que la estadística no confirmada del 60-80% procede probablemente de un antiguo informe de la FAO de los años noventa. Sin embargo, esta cifra sigue circulando ampliamente, incluido un blog de 2023 publicado en el sitio web de la FAO que preserva el aparente "mito".
Como muchos, en el Land Portal podemos ser propensos a las estadísticas comunes, pero sin fundamento. Hemos eliminado la palabra "hecho" para describir las cifras. Pero en lugar de eliminar las cifras por completo, publicamos este apéndice porque creemos que si abordamos estas situaciones con curiosidad y una mente abierta, hay mucho que aprender. Este hecho nos ha demostrado que, aunque ciertas cifras sean muy poco fiables, no lo es el sentimiento de que las mujeres siguen estando en desventaja en el acceso a la tierra y en su trabajo en la agricultura. No obstante, siempre debemos comprobar dos veces los datos disponibles, tener en cuenta si se cuestionan o no y los fines que pueden perseguir las distintas cifras o interpretaciones. Si desea consultar todas las fuentes, haga click aquí.
Esperamos que este mensaje arroje algo de luz a este debate, suscitado por los valiosísimos comentarios de nuestros socios y de la comunidad mundial de lectores. Con ello queremos mostrarles nuestro agradecimiento y animarles a que nos ayuden a mantener estas importantes conversaciones sobre la tierra. Y, por cierto, también hemos encargado una investigación sobre otros hechos que desmienten mitos.
El post original de Qué leer está más abajo. Forma parte de la serie Qué leer.
En tiempos de crisis económica y ecológica, garantizar que la gente pueda producir suficientes alimentos para comer y mantenerse es una prioridad mundial de primer orden. Los estudios muestran cómo las mujeres son clave para garantizar la seguridad alimentaria en los hogares, así como en la producción mundial de alimentos, debido a la feminización de la agricultura en muchos países en desarrollo. Sin embargo, también sabemos que la contribución de las mujeres se realiza en condiciones de gran desigualdad y vulnerabilidad. En honor al Día Internacional de la Mujer, este resumen de Qué leer pretende explorar el vínculo entre la tierra, la seguridad alimentaria y las mujeres, y cómo puede empoderarlas.
Consideremos dos ideas clave. Una, algunos estudios sugieren que las mujeres son responsables de la mitad de la producción mundial de alimentos, y en algunas naciones en desarrollo producen entre el 60 y el 80 por ciento de los alimentos (FAO, 1990) -- Por favor, véase la aclaración anterior sobre esta cifra. En segundo lugar, en muchos países en desarrollo la tierra es predominantemente propiedad de los hombres, y las transferencias intergeneracionales suelen favorecer a los hombres, excluyendo a las mujeres del acceso a la tierra y limitando sus oportunidades de ampliar sus actividades agrícolas (UNDP, 2012). Estas dos afirmaciones suscitan preguntas sobre las condiciones y el papel de las mujeres como agricultoras, su influencia en la promoción de la seguridad alimentaria y las barreras derivadas de la desigualdad de género que obstaculizan su pleno potencial como productoras de alimentos.
Para profundizar en estas cuestiones, he seleccionado tres artículos para este resumen. En ellos se anima a los lectores a considerar que los roles de género son fundamentales para entender la cuestión y a reconocer que la transformación de estos roles es esencial para empoderar a las mujeres. El primer artículo examina cómo las percepciones limitadas de las mujeres rurales las confinan a esferas locales, impidiendo su participación en iniciativas agrícolas y de seguridad alimentaria globales. El siguiente artículo demuestra la relación simbiótica entre igualdad de género y seguridad alimentaria, ilustrando cómo la desigualdad contribuye al hambre. El artículo final sostiene que las iniciativas para empoderar a las mujeres en la agricultura se consideran inútiles si no se apoyan en marcos jurídicos que promuevan la igualdad de género como fundamento. --El artículo final se ha incluido el 11 de marzo de 2024
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Publicaciones reseñadas en este número:
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Mujeres, seguridad alimentaria y agricultura en un mercado global
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Igualdad de género y seguridad alimentaria. El empoderamiento de la mujer como herramienta contra el hambre
- Apoyar un entorno jurídico propicio para la capacitación de las mujeres en la alimentación y la agricultura
- Las mujeres en la agricultura: Cuatro mitos
Mujeres, seguridad alimentaria y agricultura en un mercado global
Por Rekha Mehra y Mary Hill Rojas, 2008
Este artículo lleva el debate sobre el vínculo entre las mujeres, la tierra, la agricultura y la seguridad alimentaria a un nivel superior al reflexionar sobre cómo la percepción de las mujeres en las zonas rurales explica por qué siguen enfrentándose a los mismos retos a pesar de los programas de desarrollo y agricultura dirigidos a ellas, y por qué su esfera de influencia en lo que respecta a la seguridad alimentaria se limita principalmente al hogar.
Los autores sostienen que se sigue considerando a las mujeres como productoras domésticas o ayudantes en los hogares agrícolas y no como agricultoras y agentes económicos por derecho propio. Esta percepción ha impedido que las mujeres adquieran las habilidades y los recursos necesarios para acceder a los lucrativos y crecientes mercados que ofrece la agricultura comercial y de alto valor, y en su lugar las ha limitado a una agricultura de subsistencia con bajos rendimientos.
Asimismo, la percepción de las mujeres rurales como agentes vitales para lograr la seguridad alimentaria de los hogares ha limitado la visión de las mujeres en la agricultura como productoras de cultivos exclusivamente alimentarios y de subsistencia. A esta percepción ha seguido el temor de que las mujeres que trabajan en la venta de cultivos alimentarios puedan amenazar la seguridad alimentaria del hogar.
Los autores ilustran el impacto de esas percepciones limitadas sobre las agricultoras con ejemplos de África, Asia y América Latina. Terminan el informe con recomendaciones para empoderar a las mujeres en torno a dos objetivos 1) aplicar enfoques que tengan en cuenta las cuestiones de género para mejorar la productividad en la agricultura de subsistencia y mejorar los conocimientos sobre las mujeres en la agricultura comercial, y 2) aplicar una perspectiva de género a las políticas y prácticas en torno a los agronegocios.
Igualdad de género y seguridad alimentaria. El empoderamiento de la mujer como herramienta contra el hambre
Por el Banco Asiático de Desarrollo, 2013
Este informe da un paso más en la reflexión sobre lo que supone el empoderamiento de las mujeres rurales al desglosar la relación entre igualdad de género y seguridad alimentaria y demostrar que ambas se apoyan mutuamente. Ofrece un análisis exhaustivo sobre cómo la discriminación de género en la agricultura y la producción de alimentos afecta a la capacidad de los hogares y las personas para acceder a los alimentos, con especial atención en la región de Asia y el Pacífico. El informe está estructurado para abarcar las situaciones que afectan a la capacidad de las mujeres para producir alimentos, acceder a ellos y utilizarlos.
El capítulo tres, sobre la mejora de la productividad de las mujeres productoras de alimentos, reviste especial importancia para la gobernanza de la tierra. La autora sostiene que garantizar la tenencia de la tierra es clave para la capacitación de las mujeres porque a menudo es una condición previa para acceder a los servicios financieros. Esto se debe a que la tierra es a menudo una garantía para el crédito, y una condición para la inclusión social, reforzando el estatus de las mujeres como ciudadanas. Examina por separado cada uno de los modos en que las mujeres adquieren la tierra, como por ejemplo de su familia (herencia, regalo, matrimonio), a través de programas gubernamentales, o comprándola.
La segunda parte del capítulo se dedica a examinar otros obstáculos que limitan la productividad de las mujeres en la agricultura. Entre ellos se encuentra el acceso limitado a los servicios de extensión, a los servicios financieros y a los esfuerzos de investigación y desarrollo agrícola. Una de las razones por las que estos mecanismos no apoyan a las mujeres es que ignoran la diversidad de funciones e intereses de las mujeres. La autora constata que la falta de adaptación de estos mecanismos a la diversidad de circunstancias de las mujeres conduce a situaciones en las que los microcréditos para mujeres acaban apoyando a los varones de la casa, o a casos en los que los tratos los firma el varón pero el trabajo lo realiza la mujer, como en la agricultura por contrato.
La autora recuerda que si se eliminan los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres en su papel de productoras de alimentos, de trabajadoras asalariadas, de beneficiarias de medidas de protección social y de cuidadoras principales, y si se incorpora una dimensión de género en los proyectos de desarrollo rural, toda la sociedad saldrá beneficiada.
Así pues, esta evaluación del nexo entre agricultura y alimentación desde una perspectiva de género indica que para superar el hambre y la malnutrición es fundamental hacer frente a las limitaciones a las que se enfrentan las mujeres. Los datos respaldan el cambio necesario: "si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que los hombres, podrían aumentar el rendimiento de sus explotaciones entre un 20% y un 30%. Esto podría aumentar la producción agrícola total en los países en desarrollo entre un 2,5% y un 4%, lo que a su vez podría reducir el número de personas hambrientas en el mundo entre un 12% y un 17%".
Apoyar un entorno jurídico propicio para la capacitación de las mujeres en la alimentación y la agricultura
Por Deborah Rubin y Philippine Sutz, 2021
Las iniciativas para empoderar a las mujeres rurales tienen más probabilidades de éxito cuando funcionan en un entorno propicio. Retos como una legislación inadecuada y una aplicación insuficiente obstaculizan el acceso de las mujeres rurales a los servicios y la protección.
Este informe jurídico explora cómo las leyes nacionales pueden apoyar el empoderamiento de las mujeres en la agricultura y la seguridad alimentaria, así como las condiciones necesarias para una legislación eficaz. Los autores analizan cuatro áreas clave en las que la legislación puede promover el empoderamiento de la mujer en los sistemas agroalimentarios.
El segundo ámbito se refiere al acceso de las mujeres a la tierra y los recursos naturales. Las leyes no deben discriminar por razones de género a la hora de asignar derechos sobre estos recursos. Las leyes de familia, propiedad y herencia son consideraciones importantes, especialmente en regiones donde coexisten diferentes sistemas matrimoniales y de herencia. Es esencial incluir disposiciones explícitas que salvaguarden los derechos de la mujer, sobre todo allí donde el derecho consuetudinario coexiste con el sistema jurídico formal.
El tercer ámbito se centra en la participación de las mujeres en cooperativas y organizaciones de productores, que pueden mejorar la rentabilidad y la seguridad alimentaria. La legislación debería imponer cuotas u otras medidas para promover la participación de las mujeres en estos grupos, tanto en calidad de miembros como de dirigentes.
Por último, muchas mujeres trabajan en los sectores de la producción, la transformación y la comercialización agrícolas. A menudo se enfrentan a retos como el empleo informal, las largas jornadas laborales y los bajos salarios. Las principales disposiciones legales deben tener como objetivo proteger a las mujeres del acoso, garantizar unas condiciones de trabajo justas y apoyar el equilibrio entre la vida laboral y familiar, permitiendo su participación activa en el mercado laboral y contribuyendo al crecimiento económico.
Para cada área, los autores ofrecen una lista de disposiciones legales esenciales y ejemplos de varios países en los que dichas disposiciones se mantienen legalmente.
Las mujeres en la agricultura: Cuatro mitos (añadido a este resumen el 11 de marzo de 2024)
Por Cheryl Doss, Ruth Meinzen-Dick, Agnes Quisumbing y Sophie Theis, 2018
Los datos fiables y suficientes sobre las mujeres, la agricultura y la seguridad alimentaria son escasos. Algunos de los datos disponibles se han convertido en generalizaciones basadas en una comprensión simplificada de la realidad. Los autores de este documento señalan cómo esos "hechos estilizados" promueven estereotipos de las mujeres, ya sea como víctimas o como salvadoras. En este trabajo analizan cuatro mitos de género: 1) el 70% de los pobres del mundo son mujeres; 2) las mujeres producen entre el 60 y el 80% de los alimentos del mundo; 3) las mujeres poseen el 1% de la tierra del mundo; 4) las mujeres son mejores guardianas del medio ambiente. En su opinión, ninguno de estos mitos se basa en pruebas empíricas sólidas.
Uno de los problemas del primer mito es que se basa en datos sobre ingresos, gastos y activos recogidos a nivel familiar, en lugar de a nivel individual. El problema de los datos a nivel de hogar es que ignoran a las mujeres que viven en hogares encabezados por hombres y a los hombres que viven en hogares encabezados por mujeres, y tienden a suponer que todos los miembros del hogar se benefician por igual de todos los insumos que recibe un hogar.
Uno de los retos que plantea el segundo mito es la dificultad de atribuir a las mujeres una parte de los alimentos que se producen, cuando la mayor parte de la producción de los pequeños agricultores depende del trabajo tanto de hombres como de mujeres. Según los autores, el núcleo de verdad en este mito es que las mujeres son importantes para la seguridad alimentaria, especialmente en sus hogares -trabajando en sus huertos o parcelas caseras, que no cuentan como agricultura-, y en proporcionar diversidad dietética. Argumentan que estos datos pueden subestimar la participación de las mujeres en la agricultura.
Según los autores, los datos del tercer mito presentan dos problemas. Uno es la definición de propiedad, teniendo en cuenta que gran parte de la tierra agrícola está bajo tenencia consuetudinaria sin títulos, propiedad común, y que los términos propietarios y administradores se utilizan indistintamente en los debates sobre los derechos de las mujeres a la tierra. El otro reto es cómo tratar la tierra que es propiedad conjunta de un hombre y una mujer. Los autores sostienen que este mito oculta la diversidad de situaciones de tenencia.
Por último, el cuarto mito contiene el núcleo de verdad de que las funciones tradicionales de las mujeres, como recoger leña o agua, se ven muy afectadas por el agotamiento de los recursos naturales, lo que aumenta los incentivos de las mujeres para conservar los recursos. Sin embargo, los autores sostienen que este mito se basa en una lectura selectiva de las pruebas, trata a las mujeres como un grupo homogéneo y simplifica la relación entre las mujeres y la naturaleza.
Los autores sostienen que basarse en estos mitos puede conducir a políticas y programas ineficaces en materia de seguridad alimentaria y de tierras. En su opinión, para elaborar políticas y programas eficaces es necesario "reconocer las diferencias entre los grupos de mujeres y dentro de ellos, sus puntos fuertes y sus limitaciones, y el papel de los hombres".