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Jóvenes Rurales y la Diversidad de la Agricultura Familiar

Jóvenes Rurales y la Diversidad de la Agricultura Familiar

Resource information

Date of publication
Août 2014
Resource Language
ISBN / Resource ID
IPDRS-Diálogos-133
Pages
4
License of the resource

 
Diversos autores se han referido a la heterogeneidad de la agricultura familiar. Sin embargo, no hay estudios para determinar cómo esta heterogeneidad puede afectar la vida de los jóvenes rurales. El presente artículo está basado en una investigación realizada por el mismo autor, sobre la situación educativa y ocupacional de los jóvenes rurales y su implicación para la economía familiar, la sostenibilidad del agrosistema y sus proyectos de vida, basada en el estudio de caso de la población de Tierra Blanca, Cartago, Costa Rica. 
En el año de la agricultura familiar es fundamental analizar la situación de las y los jóvenes y su vinculación con los sistemas o unidades de producción familiar. Este artículo pretende una mirada general e integral de los efectos de la globalización y de la apertura comercial sobre la juventud rural en el contexto latinoamericano, a la vez, que enumera los efectos de las modalidades de trabajo agrícola y las tipologías de agricultura familiar sobre la permanencia, expulsión o atracción de los jóvenes hacia el trabajo en los predios familiares.
Efectos de la globalización y la apertura comercial en la agricultura familiar
Los procesos de globalización y las políticas de estabilización y ajuste estructural afectaron a la agricultura latinoamericana, sobre todo a la agricultura familiar. Los territorios rurales  que cuentan con mayores demandas de mercado internacional y ventajas competitivas se integraron mejor a los procesos de globalización, en detrimento de aquellos que no ofrecieron alternativas al mercado global, lo que provocó una nueva desigualdad. Además, las políticas de ajuste estructural cambiaron las reglas. En primer lugar por la reducción del sector público y la privatización de empresas del Estado, segundo, debido al abandono de las prácticas proteccionistas y la creciente apertura al comercio exterior y, finalmente, por el sesgo hacia la producción de bienes exportables.
Algunas de las consecuencias negativas para la agricultura familiar como el aumento del trabajo asalariado, la precarización del empleo rural, la multi-ocupación para complementar el presupuesto familiar, expulsión de medianos y pequeños productores del sector, reconcentración de la tierra, las continuas migraciones campo-ciudad o a través de las fronteras, creciente orientación de la producción agropecuaria hacia los mercados globales y la articulación de los productores agrarios con complejos agroindustriales. Todo lo anterior afecta de manera diversa a las y los jóvenes rurales. 
Efectos de la globalización y la apertura comercial en la juventud rural
La realidad de los jóvenes rurales no se puede analizar aislada de los cambios que ocurren en la región desde hace más de dos décadas. La convergencia de la globalización con la adopción de modelos de desarrollo que priorizan la apertura comercial y la producción para la exportación, inciden significativamente en la situación socioeconómica de las y los jóvenes rurales. Los medios de comunicación, internet y el consecuente flujo de información, así como la expansión de carreteras para transportar productos de exportación, acercaron las zonas urbanas con las rurales, lo cual ha provoca cambios en la vida rural, el empleo, la demanda de productos, el manejo de los recursos naturales y en elementos de la cultura de grupos y sus organizaciones específicas.
Estos cambios también afectaron a los jóvenes en su situación educativa y ocupacional. Por un lado, el consumismo. Actualmente, una amplia gama de características urbanas se encuentran también en el sector rural. Los jóvenes rurales tienen hoy los mismos símbolos de estatus social que los urbanos,  por lo que el trabajo asalariado fuera del predio familiar -contrario a la no-monetización de la agricultura familiar-  es tanto una gran atracción como una vía para adquirir bienes de consumo, lo que incide en una mayor deserción de los sistemas de producción familiar  y de los sistemas de educación formal.
Por otro lado, las nuevas fuentes de empleo juvenil de baja calificación. Lo rural ya no es solamente lo agropecuario sino un concepto más amplio de forma de vida y de organización social. Los núcleos urbanos comienzan a integrarse a las zonas rurales por medio de la compra de fincas, quintas de recreo o las mismas viviendas, lo que genera demanda de nuevos servicios y empleos. Muchos de los jóvenes dejan la educación secundaria o el predio familiar, para dedicarse a trabajar en labores agrícolas y no agrícolas como la construcción, los servicios y el comercio en sus mismas comunidades, pero siempre en empleos de baja calificación. Hay el peligro de que aumente la precarización del empleo para este sector de la población debido al abandono temprano de la educación secundaria.
Jóvenes rurales y heterogeneidad de la agricultura familiar
Los estudios más recientes sobre agricultura familiar hacen énfasis en su heterogeneidad debido a diversos factores como el capital de trabajo, la mano de obra, el acceso al mercado, a la tecnología  y a la tenencia de la tierra. En el estudio de caso realizado en Tierra Blanca de Cartago, Costa Rica, se analizó el alto grado de proletarización del trabajo agrícola entre los jóvenes, ya que el segmento de jóvenes asalariados resultó ser el más numeroso. Estos resultados indican indirectamente cambios en la tenencia de la tierra, ya que Tierra Blanca se había caracterizado por tener 90% de pequeños y medianos propietarios de tierra en el año 1983 y para el año 2009 el porcentaje de propietarios pasó a 45%, lo que evidencia procesos acelerados de re-concentración de la tierra  por medianos y grandes productores.
La primera modalidad de trabajo agrícola identificada es la de asalariado, debido a la carencia del recurso tierra. Más de la mitad de los jefes de los hogares que trabajan en alguna modalidad de agricultura no cuentan con terreno propio, por lo que deben trabajar como peones o en sociedades agrícolas, poniendo el capital de trabajo. Por lo tanto, los hijos de trabajadores asalariados no participan con sus padres en las labores agrícolas y más bien buscan obtener trabajos asalariados por sí mismos. Los jóvenes comparten con su familia solamente actividades de carácter doméstico.
Cerca de 10% de los jefes de familia trabajan en agricultura propia, pero deben compensar sus ingresos con venta de su propia mano de obra. Por el tamaño de las fincas y por la falta de capital para la atención de los cultivos, la producción y la rentabilidad de estos predios no son suficientes para satisfacer las necesidades básicas del hogar ni para darle trabajo a los jóvenes en el predio familiar. Por lo tanto, los jóvenes son expulsados a buscar trabajo en otras fincas o actividades productivas para complementar el presupuesto familiar o para sostenerse económicamente a sí mismos.
Otra modalidad de trabajo agrícola es la agricultura en sociedad. Una pequeña parte de jefes de familia lo hace de esa forma para obviar los problemas de carencia de tierra o de  capital de trabajo. Los agricultores sin tierra no alquilan terreno, sino que establecen una sociedad donde el que tiene tierra pero no suficiente capital de trabajo, la ofrece con su debida preparación de suelo para quienes no disponen de tierra pero tienen capital, semilla o plántulas. A partir de esta negociación, todos los gastos de mano de obra y de insumos se dividen entre los dos socios así como las ganancias. Los jóvenes también son expulsados o excluidos porque la sociedad no puede pagar la mano de obra familiar o porque, en épocas de poco trabajo, la mano de obra no es necesaria. Ante esta situación los jóvenes prefieren salir a trabajar en fincas donde tienen trabajo fijo todo el año.
La agricultura propia no necesita sociedades ya que los recursos familiares de producción (tierra, mano de obra y capital) son suficientes y están en un relativo equilibrio para el desarrollo de la actividad y para la manutención de la familia. Sin embargo, en 35% de los casos, los hijos fueron “expulsados” de la actividad,  debido a la carencia de un salario en el predio familiar,  por el deseo de ganar autonomía y de obtener bienes de consumo o porque no se llevaban bien con los padres. Pese a ello, esta modalidad también atrae de forma temporal a los jóvenes, produciendo concentración de trabajo asalariado, sobre todo en la época de siembra y cosecha.
La combinación de agricultura propia con agricultura en sociedad está en pleno crecimiento y provoca la compra de más terrenos ampliando la tendencia hacia la reconcentración de la tierra. Las y los  jóvenes son atraídos a esta modalidad, pues encuentran posibilidades como asalariados agrícolas de forma permanente. Jefes de familia que disponen de tierra que excede a las capacidades de la mano de obra familiar necesitan contratar a jóvenes peones por plazos indefinidos. Este grupo acapara 69% de la tierra total y es el mayor proveedor de empleo tanto a jefes de familia que ya son peones como a los jóvenes que comienzan a serlo. La condición de agricultura intensiva ofrece estabilidad laboral a los jóvenes lo cual probablemente puede ser un factor catalizador del abandono de otras formas de agricultura familiar.
Las fincas grandes son para los jóvenes una fuente estable de empleo así como los jóvenes son para las fincas grandes, un factor de sostenibilidad socioeconómica del agrosistema. La tendencia a la reconcentración de la tierra está emparentada totalmente con la tendencia a la proletarización de los jóvenes, según la experiencia de Tierra Blanca de Cartago.
Cuando las mujeres son jefas de hogar lo cual representó en el estudio 9% de los casos, éstas se dedican a los oficios domésticos y los hijos trabajan en actividades de baja calificación y remuneración. La dificultades de las mujeres rurales para tener acceso a los recursos de producción tanto por la discriminación cultural (por la tradición de la herencia a los hombres) como por su falta de participación en organizaciones que gestionan la tierra y la carencia de garantías reales para el crédito, son  aspectos  que contribuyen a la pobreza rural y a la proletarización de los jóvenes rurales a temprana edad, debido al abandono de sistema educativo.
En síntesis
Los procesos de globalización y apertura comercial han cambiado radicalmente la agricultura familiar y la situación educativa y ocupacional de las y los jóvenes rurales en América  Latina. Hay una clara tendencia en el aumento de los jóvenes rurales asalariados, de baja calificación y sin la educación  adecuada para aspirar a empleos de calidad, lo que redundará en un aumento de la precarización del empleo y la pobreza rural en la región, pero también hay tendencia a la disminución de los jóvenes trabajadores familiares sin pago, lo que redundará en problemas de sostenibilidad socioeconómica de la agricultura familiar y los territorios rurales.
El recurso tierra se está concentrando, no solamente por la transnacionalización sino por la re-concentración, lo cual ocurre con el crecimiento de la tipología agricultura propia más agricultura en sociedad. Se puede afirmar que existe una sinergia entre la tipología agricultura propia más agricultura en sociedad y los jóvenes rurales. La tendencia a la reconcentración de la tierra está emparentada con la tendencia a la proletarización de los jóvenes rurales.
La persistencia de la cultura del no pago, la falta de reconocimiento del talento y el aporte que podrían dar los jóvenes a la agricultura familiar y el patriarcalismo son factores que promueven la expulsión de los jóvenes rurales de los sistemas de agricultura familiar. Por ello, se requiere que en los sistemas de agricultura familiar se promuevan espacios sociales (emancipación de los padres) y económicos (invertir en un proyecto de vida) para que las y los jóvenes puedan permanecer en el predio en forma satisfactoria y permanente.
La tecnificación de la producción primaria y la implementación de fases de valor agregado como la  industrialización y comercio, la reducción de costos por medio de la producción de los propios insumos para la agricultura y la producción alimentos para el consumo familiar son algunas de las estrategias para ayudar a la juventud rural. También se requieren nuevas formas de gestión y administración del predio, con participación democrática en las decisiones y una monetización equitativa para mujeres y hombres, y una ubicación laboral óptima que reconozca el talento de cada uno sus miembros.
Por último se requiere espacio para la educación básica y técnica de los jóvenes, suficientes para dar una capacidad de gestión del conocimiento tal que sustente la innovación, adaptación y adopción  tecnológica en todas las fases de la cadena de valor y en actividades alternativas como el agroturismo.
¡Puede parecer un sueño! Pero, como alguien dijo...“los sueños son 10% de inspiración y 90% de transpiración. Entonces...¡a trabajar todos!

 
Las opiniones expresadas en este documento son responsabilidad del autor y no comprometen la opinión y posición del IPDRS.

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