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Sudamérica y desarrollo rural el 2009
Oscar Bazoberry Chali[*]
El año 2008, a diferencia de los años anteriores, nos dejó distintas constataciones para tomar en cuenta.
Crisis de los mercados alimenticios: Caracterizada por un incremento de precio al consumidor, fue explicada con múltiples variables, por diversos actores, desde multinacionales hasta organismos multilaterales, evitando reconocer una relación de causa, impacto y respuesta sobre la cual tuvieran que hacerse cargo los Estados y los propios productores. Aunque aminoró la tormenta, existe la certeza de que volverá a ocurrir, pero no se sabe en qué momento, con qué intensidad y cuánto hay que invertir en el corto plazo en medidas que disminuyan los desastres.
Agrocombustibles: La propia realidad se encargó de mostrar los riesgos de insistir en esta vía, sin una adecuada planificación de la soluciones a sus efectos colaterales. La especulación de mercados tanto de tierra como de productos agrícolas, la modificación masiva de los tipos de cultivos, la sobre expectativa de productores, el monopolio en el control, difusión y aprovechamiento tecnológico, acarreó, por el momento, más dificultades que beneficios para el desarrollo rural.
Cambio climático: Si bien es un tema que quedó relegado sigue siendo un reto de larga data y amplio espectro para los Estados. Aunque se avanzó en los niveles de conocimiento y reflexión general en la población, no se perciben medidas efectivas y concretas que puedan ofrecer un impacto visible para las personas. La ecuación local - global como fórmula complementaria para atender la emergencia climática no muestra señales concretas de funcionar adecuadamente. Habrá que reconocer que por más interés que tengan los Estados, su peso específico en la solución de esta amenaza es insuficiente y la acción coordinada a nivel mundial aún tardará en llegar.
Paradigmas del desarrollo rural: El modelo que puso de relieve la perspectiva de múltiples factores, haciendo hincapié en las actividades no agropecuarias y forestales, tendrá, al menos, que revisar su formulación inicial, otorgando a éstas, nuevamente, un sitio importante en la generación de condiciones para el desarrollo rural.
Consumo: Para muchos de los consumidores urbanos los productos de su mesa no tienen un rostro preciso y, aunque son parte indispensable de las premisas del desarrollo rural, sólo en contadas ocasiones algunas instituciones han explicitado la responsabilidad de la población urbana basada principalmente en la administración adecuada del consumo.
Integración sudamericana: Entre la constitución de la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), y el fortalecimiento del Mercosur está el contrasentido del debilitamiento de la Comunidad Andina de Nacional (CAN). Sin pretender que estos procesos tengan resultados inmediatos, es necesario indicar que, comparando estos eventos con los aspectos técnicos de las políticas y la diplomacia implementada por cada país, hay una gran brecha que no permite albergar ilusiones para el futuro mediato. La sobrevaloración de las figuras presidenciales no se corresponde con las necesidades de colaboración efectiva entre los Estados, menos aún con una perspectiva integradora que genera condiciones adecuadas para el desarrollo y, por esa vía, la eliminación de las condiciones de pobreza rural y marginalidad urbana.
Viejos y nuevos conflictos: La demanda de acceso equitativo a tierras se mantiene en el centro de una agenda compleja, cuyas expresiones van desde conflictos sobre la posesión de tierras, como lo que está ocurriendo con capitales brasileros en Paraguay o chilenos en el Perú; conflictos por mercados en la mayoría de los países para evitar la exportación de productos alimenticios y disminuir la escalada de precios internos; violencia ejercida sobre líderes indígenas en el Brasil; incontenible expansión del cultivo de soya en el Brasil, Paraguay, Argentina y Bolivia; acaparamiento de tierras y expansión de cultivos forestales para alimentar industrias del papel en Uruguay; privatización de acceso al agua y subordinación del desarrollo local a los intereses mineros en el Perú; criminalización del cultivo de coca en Colombia, Perú y Bolivia y persistencia de las redes del narcotráfico en los países de la región.
Hacia 2009: Con estos antecedentes en agenda, en este año se presenta nuevos desafíos. Ya se dice que, a la inversa del año 2008, la crisis financiara disminuirá la capacidad de circulación de los mercados; por lo tanto, habrá dificultades para comercializar algunos productos agropecuarios, disminuirá la capacidad de inversión de los gobiernos y la cooperación dispondrá de orientaciones que combinen más finamente la superación de la crisis en los países donantes y en los receptores.
Existen suficientes señales para afirmar que los conflictos sociales involucrarán capitales y gobiernos de la región, alterando la vecindad y la complementariedad. Aunque parece haber escasas indicaciones para ser optimistas en los avances en la integración y las políticas públicas de los países sudamericanos para el bienestar de su población rural, son buenos tiempos para continuar auscultando caminos alternativos, aunque ello signifique dejar de lado el sosiego de las certidumbres.
[*] Sociólogo y ruralista boliviano, Coordinador del Instituto para el Desarrollo Rural de Sudamérica (IPDRS). Fue Director General del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) en Bolivia, durante ocho años.